Hay un cubo de fuego deshaciéndose en un vaso que se va llenando con cada sorbo que doy
Tu sexo es el lecho oculto de un río que no tiene prisa en nacer ni tiempo para morir
Llevas pétalos donde debieron haber hojas y corazones donde todos los demás tienen labios, párpados, pulgares
No eres tu cuerpo ni eres tu alma sino un único gemido que desciende una y otra vez desde la misma ladera
De tu mirada brotan caballos que al ser montados se convierten en magnolias
Es tan evidente que todos sus jinetes estamos enamorados de ti
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